Manejar las pérdidas es una parte natural de la vida, y todos enfrentamos situaciones de pérdida en algún momento. Puede ser la pérdida de un ser querido, un empleo, una relación, la salud, o incluso la pérdida de una oportunidad. Aprender a manejar las pérdidas de manera saludable es fundamental para la salud mental y el bienestar emocional. Aquí hay algunas pautas para ayudarte a lidiar con las pérdidas:
Es importante que recuerdes, que el proceso de manejar una pérdida es único para cada persona, y no hay un camino "correcto" o "incorrecto" para hacerlo. Lo más importante es cuidar de tu bienestar emocional y buscar la ayuda que necesites si sientes que estás teniendo dificultades para sobrellevar la pérdida.
El Señor nos da el privilegio de buscarlo en forma individual en oración ferviente, o de descargar el alma ante él, sin ocultar nada a Aquel que nos ha invitado: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. ¡Oh, cuán agradecidos debemos sentirnos de que Jesús esté dispuesto a llevar todas nuestras dolencias, y lo puede hacer, fortaleciéndonos y sanando todas nuestras enfermedades si ha de ser para nuestro bien y para su gloria!—El Ministerio Médico, 20. Or06 8.1
“Venid a mí”, es su invitación. Cualesquiera que sean nuestras ansiedades y pruebas, presentemos nuestro caso ante el Señor.—El Deseado de Todas las Gentes, 296. Or06 8.2
Presentemos a Jesús todas nuestras necesidades—Son pocos los que aprecian o aprovechan debidamente el precioso privilegio de la oración. Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesidades. Podemos presentarle nuestras pequeñas cuitas y perplejidades, como también nuestras dificultades mayores. Debemos llevar al Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbarnos o angustiarnos: Cuando sintamos que necesitamos la presencia de Cristo a cada paso, Satanás tendrá poca oportunidad de introducir sus tentaciones. Su estudiado esfuerzo consiste en apartarnos de nuestro mejor Amigo, el que más simpatiza con nosotros. A nadie, fuera de Jesús, debiéramos hacer confidente nuestro. Podemos comunicarle con seguridad todo lo que está en nuestro corazón.—Joyas de los Testimonios 2:60.
Presentad a Dios vuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No podéis agobiarlo ni cansarlo. El que tiene contados los cabellos de vuestra cabeza, no es indiferente a las necesidades de sus hijos. “Porque el Señor es muy misericordioso y compasivo”. Santiago 5:11. Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos del universo.